martes, 13 de octubre de 2015

Un seguimiento a 20 años revela que los antipsicóticos no reducen los síntomas psicóticos en esquizofrenia

Un estudio longitudinal de 20 años ha puesto de manifiesto que los antipsicóticos no reducen la frecuencia de síntomas psicóticos en pacientes con esquizofrenia, al compararlos con personas con esquizofrenia que no estaban recibiendo ningún tipo de medicación psiquiátrica.
El objetivo del estudio, publicado en la revista Psychological Medicine y dirigido porMartin Harrow, ha sido evaluar si el consumo de antipsicóticos continuado a lo largo de los años reduce o elimina la actividad psicótica en pacientes con esquizofrenia. Para ello, se realizó un seguimiento de 139 individuos (70 personas con trastornos del espectro de la esquizofrenia) a los 2, 4,5, 7,5, 10, 15 y 20 años después de su ingreso hospitalario por psicosis.

Los medicamentos antipsicóticos son considerados la piedra angular para el tratamiento a corto y a largo plazo de la esquizofrenia, de acuerdo con los estudios que confirman su eficacia para reducir el periodo de psicosis intensa durante la hospitalización, y de los estudios de doble-ciego realizados con pacientes ambulatorios durante un periodo de seguimiento de 6 meses a 2 años de tratamiento. Sin embargo, no existen estudios que hayan evaluado los efectos de un tratamiento continuado con antipsicóticos más allá de este periodo, por lo que tal y como afirman los investigadores no se conoce nada acerca de los efectos de los antipsicóticos en comparación con el placebo más allá de los tres años.

Según las directrices de la Asociación Americana de Psiquiatría, los médicos deben considerar la suspensión del tratamiento con antipsicóticos en pacientes con esquizofrenia que hayan estado libres de síntomas durante un año o más. Sin embargo, tal y como afirman los autores, “muchos médicos asumen que los antipsicóticos son importantes para garantizar una estabilidad continuada y mantienen el tratamiento con antipsicóticos de manera indefinida”.

Con la finalidad de comprobar los beneficios a largo plazo del tratamiento farmacológico en esquizofrenia, los investigadores evaluaron la presencia de síntomas psicóticos (alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado…) y gravedad de la sintomatología (ingresos hospitalarios, funcionamiento diario, etc.) durante diferentes evaluaciones a lo largo de un periodo de 20 años, y realizando una comparación entre los individuos con esquizofrenia que estaban con medicación antipsicótica en cada seguimiento (grupo 1), los que tomaron medicación antipsicótica en algún momento, pero no en todos (grupo 2) y los que no tomaron ninguna medicación antipsicótica a partir de los 2 años (grupo 3).

Al comparar el grupo de pacientes con esquizofrenia con tratamiento con antipsicóticos (grupo 1) frente al grupo de pacientes con esquizofrenia que no habían tomado ningún tipo de medicación antipsicótica ni psiquiátrica (grupo 3), los resultados muestran que más del 70% de los pacientes con esquizofrenia tratados de manera continua con antipsicóticos presentó algún tipo de manifestación de psicosis en 4 o más de las seis evaluaciones de seguimiento realizadas en 20 años. Longitudinalmente, las personas con esquizofrenia que no habían recibido tratamiento con antipsicóticos presentaron significativamente menos síntomas psicóticos en comparación con los pacientes tratados farmacológicamente”. Por ejemplo, a los 4,5 años el 76% de los individuos del grupo 1 presentaba algunos síntomas psicóticos, en comparación con el 27% de los del grupo 3. A los 20 años, el 56% de los individuos del grupo 1 presentaba sintomatología psicótica frente al 24% del grupo 3.

Tal y como afirman los autores del estudio, si bien no se pueden extraer explicaciones de causalidad, debido a la naturaleza del estudio, al menos “estos resultados sugieren que, en sentido longitudinal, los antipsicóticos no son eficaces en la eliminación o reducción de la psicosis en la mayor parte de las personas con esquizofrenia”, es decir, pasados los primeros dos años de tratamiento, los antipsicóticos no eliminan la frecuencia de los episodios psicóticos, ni reducen la gravedad de la psicosis post-aguda en personas con esquizofrenia, por lo que se plantean serias dudas sobre los beneficios del mantenimiento de este tipo de tratamiento farmacológico, como norma general, más allá de ese periodo.

Fuente:

SE CUESTIONA LA EFICACIA DE LOS FÁRMACOS ANTIPSICÓTICOS

Un nuevo hallazgo ha hecho saltar la voz de alarma sobre la eficacia de los fármacos antipsicóticos de segunda generación, habitualmente utilizados en trastornos como la esquizofrenia u otros trastornos esquizoafectivos, y entre los que se encuentran el aripiprazol, la iloperidona, la olanzapina, la paliperidona, la quetiapina, la risperidona, la inyección de risperidona de larga duración o la ziprasidona. Tal y como ha publicado un estudio de la revista PLoS Medicine, la aparente efectividad clínica de estos fármacos puede estar influida por el denominado sesgo de publicación, que consiste en la tendencia a la publicación selectiva de ensayos clínicos favorables en revistas científicas, en detrimento de los ensayos que no han obtenido dichos resultados.

El estudio, titulado Publication Bias in Antipsychotic Trials (Sesgos de publicación en ensayos sobre antipsicóticos), ha comparado los ensayos clínicos registrados en la base de datos de la agencia encargada de la aprobación de la comercialización de medicamentos en EE.UU. (U.S. Food and Drug Administration, FDA) con los ensayos finalmente publicados en revistas científicas. De los 24 ensayos clínicos realizados antes de la comercialización de los fármacos y registrados en la FDA, al menos 4 ensayos no han sido aprobados para su publicación, mostrando todos ellos resultados negativos sobre la eficacia de los antipsicóticos analizados. En concreto, 3 de estos ensayos no encontraron diferencias clínicamente significativas entre el antipsicótico en cuestión y un placebo, y un estudio encontró que el nuevo antipsicótico era incluso significativamente menos eficaz que otro fármaco menos costoso.
Al analizar el total de 20 ensayos publicados en revistas científicas, los autores de la investigación advierten de la existencia de unsesgo en la dirección de ensalzar las propiedades terapéuticas de los antipsicóticos analizados y enmascarar los resultados negativos. Por ejemplo, aunque los estudios que analizaron la eficacia de un nuevo antipsicótico, la iloperidona, encontraron que su eficacia era significativamente inferior a la de otros tres psicofármacos presentes en el mercado, esta información fue, paradójicamente, omitida en los artículos finalmente publicados en las revistas correspondientes.
Los autores establecen que, aunque los sesgos de publicación que han encontrado en la literatura científica sobre los nuevos antipsicóticos no son tan notorios como los encontrados en estudios similares sobre antidepresivos, los resultados ponen en evidencia que no se está aportando toda la información a la comunidad científica, ni con la precisión que se requiere, a pesar de la transcendencia que tiene a la hora de determinar las decisiones clínicas en el tratamiento de las personas afectadas. Asimismo, señalan la necesidad de ampliar los estudios sobre sesgos de publicación en este campo, con el objetivo de comprender la verdadera magnitud del problema.
Los resultados encontrados hasta el momento por este grupo de investigación, dirigido por Erick H. Turner, siembran de nuevo la duda sobre los intereses que hay detrás de los ensayos clínicos, subvencionados, en su inmensa mayoría, por las propias industrias farmacéuticas. De confirmarse la existencia de más estudios sobre la ineficacia de los fármacos antipsicóticos frente a un placebo, la validez del modelo farmacológico que impera en nuestros días para tratar los trastornos mentales no se sostendría bajo ningún argumento científico ni ético.

Tal y como publicaba hace unas semanas Infocopno es la primera vez que se pone en duda el tratamiento farmacológico en salud mental, ni que se advierte sobre el peligro de que la industria farmacéutica haya comenzado a adquirir demasiado poder e influencia en la forma de determinar qué es lo que puede considerarse enfermedad mental y cómo tratarla (ver aquí). Prestigiosos científicos e investigadores, de muy diferentes ramas de la ciencia, han manifestado abiertamente sus críticas a este respecto. Así, Daniel Carlat, conocido psiquiatra de EE.UU, ha aportado datos objetivos que muestran las peligrosas alianzas entre la psiquiatría y las empresas farmacéuticas (más información aquí) y Robert Whitaker ha publicado un libro en el que, basándose en los hallazgos sobre los daños irreparables en el cerebro que produce el consumo de antipsicóticos a largo plazo, reflexiona sobre la conveniencia de este tipo de intervención en salud mental (más información aquí).
Fuente:
PLoS Medicine





http://luisgmarulanda.blogspot.com/

sábado, 15 de agosto de 2015

La familia es la base que estructura la sociedad

“La familia es la base que estructura la sociedad”, es una afirmación culturalmente aceptada.  De ella depende la formación del ser humano como ser social. En su interior se establecen normas de convivencia, se enseñan valores, se comparten las primeras experiencias sociales y se reciben los primeros afectos. La familia conforma un grupo social primario y fundamental en el desarrollo psicológico, emocional y afectivo del individuo; su dinámica interior se verá reflejada más adelante en el comportamiento social interno y externo de sus miembros, especialmente de los hijos. Por tal razón, si el ambiente familiar es sano, independientemente de la estructura familiar de que se trate, éste contribuirá a la salud, el bienestar y la felicidad de sus miembros.

martes, 28 de abril de 2015

Los psiquiatras se suman a la abolición del DSM y el CIE y apoyan el modelo de rehabilitación en salud mental


Un amplio grupo de psiquiatras, liderados por el doctor S. Timimi, han enviado una petición formal al Colegio de Psiquiatras de Reino Unido en la que solicitan la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica, CIE y DSM. La petición se ha acompañado de una campaña de recogida de firmas en la plataforma Change.org, que, en el momento de redactar este artículo, contaba con el apoyo de más de 1.000 firmantes en tan sólo dos días tras su lanzamiento. En declaraciones a los medios, S. Timimi ha afirmado que: “El proyecto del DSM no se puede justificar, ni en sus principios teóricos ni en la práctica. Tiene que ser abandonado para que podamos encontrar formas más humanas y eficacesde responder a la angustia mental”.
En el comunicado, titulado “No más etiquetas diagnósticas” (No more psychiatric labels), realizan una revisión exhaustiva de los motivos y de la evidencia científica en la que sustentan esta posición, estableciendo las siguientes conclusiones:
  • Los diagnósticos psiquiátricos no son válidos.
  • El uso de los diagnósticos psiquiátricos aumenta la estigmatización.
  • La utilización de diagnósticos psiquiátricos no ayuda a la decisión sobre el tratamiento a elegir.
  • El pronóstico a largo plazo de los problemas de salud mental ha empeorado.
  • Estos sistemas imponen las creencias occidentales sobre los trastornos mentales en otras culturas.
  • Existen modelos alternativos, basados en la evidencia, para proporcionar una atención eficaz en salud mental.
El escrito, supone una declaración sin tapujos, de lo que estos psiquiatras consideran acerca del quehacer de su trabajo y del futuro de la salud mental. “La psiquiatría se encuentra atrapada en un callejón sin salida”, aseguran en la introducción al texto. La recopilación de estudios científicos sobre epidemiología, las investigaciones transculturales y los ensayos clínicos de eficacia del tratamiento “ponen de relieve hasta qué punto los datos son inconsistentes con el modelo médico dominante, basado en diagnósticos, y considerado como el paradigma organizativo de la práctica clínica”. “El uso continuado de los sistemas de clasificación diagnóstica para la realización de la investigación, la formación, la evaluación y el tratamiento de las personas con problemas de salud mental es incompatible con un enfoque basado en la evidencia, capaz de mejorar los resultados”. Por tanto,“ha llegado el momento de facilitar que la teoría y la práctica en salud mental superen este estancamiento, eliminando los sistemas de clasificación diagnóstica CIE y DSM”.
En relación con la etiología de los trastornos mentales, el comunicado señala que “el fracaso de la investigación científica básica para revelar cualquier disfunción biológica específica o cualquier marcador fisiológico  o psicológico que sirva para identificar un determinado diagnóstico psiquiátrico es sobradamente reconocido”. “La única excepción importante a la falta de apoyo sobre la etiología de un diagnóstico es el trastorno por estrés postraumático, que atribuye los síntomas al resultado directo de un trauma”. Además, existe un amplio cuerpo de evidencia que vincula los episodios psiquiátricos, considerados como más graves, como las alucinaciones auditivas y la psicosis, a situaciones de trauma y abuso, incluyendo el abuso sexual, el físico y el racial, la pobreza, el abandono y el estigma”. Por este motivo, “es importante tratar de comprender las experiencias psicóticas dentro del contexto de la historia de vida de la persona. No hacerlo puede resultar perjudicial porque empaña y añade confusión acerca de los orígenes de las experiencias y conductas problemáticas, teniendo la posibilidad de ser entendidas”.
Los autores del texto se muestran preocupados ante la falta de validez de los sistemas de clasificación diagnóstica y manifiestan que  “el hecho de que la investigación científica básica no haya podido establecer ningún marcador biológico específico para ningún diagnóstico psiquiátrico, pone de manifiesto que los sistemas de clasificación actuales no comparten el mismo valor científico para pertenecer a las ciencias biológicas que el resto de la medicina”. Sin embargo, afirma el comunicado, “nuestra incapacidad para encontrar correlatos biológicos no debe ser vista como una debilidad. En lugar de empeñarnos en mantener un línea de investigación científica y clínicamente inútil, debemos entender este fracaso como una oportunidad para revisar el paradigma dominante en salud mental y desarrollar otro que se adapte mejor a la evidencia.
A este respecto, el documento recoge los estudios y meta-análisis que avalan la eficacia de determinadas intervenciones psicológicas, así como las investigaciones sobre el efecto placebo asociado a los psicofármacos, afirmando que el modelo biologicista en enfermedad mental está obsoleto. El desequilibrio bioquímico en el que se basa el tratamiento farmacológico en salud mental, “no se ha podido demostrar”, según señala.
Asimismo, detallan los graves perjuicios que puede suponer para las personas ser tratadas bajo la perspectiva biológica (la estigmatización, la falta de búsqueda de las verdaderas causas del problema, la confianza ciega en la medicación…), así como los riesgos y la falta de eficacia del tratamiento farmacológico, citando las investigaciones, incluso realizadas por la Organización Mundial de la Salud, que evidencian, al comparar transculturalmente poblaciones de personas con trastorno mental que no habían recibido ningún tratamiento farmacológico con personas con trastorno mental que sí lo habían recibido, que  “los pacientes con trastorno mental, fuera de EE.UU. y Europa, presentan unas tasas de recaída significativamente más bajas y son significativamente más propensos a alcanzar una plena recuperación y menor grado de deterioro a largo plazo, aunque la mayoría haya tenido un acceso limitado o nulo a medicación antipsicótica”.
“En resumen, parece que actualmente contamos con una evidencia sustancial que muestra que el diagnóstico en salud mental, como cualquier otro enfoque basado en la enfermedad, puede estar contribuyendo a empeorar el pronósticode las personas diagnosticadas, más que a mejorarlo”, señala el documento. “Por lo tanto, la única conclusión basada en la evidencia que se puede extraer es que los sistemas psiquiátricos diagnósticos formales, como el DSM y el CIE, deberían abolirse.
Como alternativa, el grupo de psiquiatras que ha elaborado el documento, propone la implantación de nuevos paradigmas, basados en la evidencia“que pueden ser desarrollados e implementados fácilmente”, e instan a la colaboración y el debate conjunto con otros profesionales de la psicología, sociología, filosofía, medicina, etc. Concluyen su comunicado, enumerando los siguientes “buenos puntos de partida”, tanto en la búsqueda de factores causales como en la realización de la práctica clínica:
  • Etiología: las investigaciones sobre la estrecha asociación entre situaciones traumáticas, sobre todo, en la infancia y adolescencia, y trastornos mentales como la psicosis, dan cuenta de que los factores contextuales deben integrarse en la investigación.
  • Práctica Clínica: Si bien los resultados sobre la eficacia del tratamiento farmacológico no ha mejorado en 40 años de investigación, existen otras alternativas, “en áreas tan diversas como los servicios de psicoterapia, los servicios comunitarios en salud mental, abuso de sustancias e intervención con parejas”, que han incorporado el peso que juega la alianza terapéutica o el apoyo social en la eficacia de la intervención, mejorando la eficacia de las resultados. Determinados movimientos basados en un enfoque de “recuperación” o “rehabilitación”, en vez de en un modelo de enfermedad y de clasificación diagnóstica, así como los programas que defienden un modelo integrado de atención a la salud mental y física, “son buenos ejemplos de cómo la evidencia puede incorporarse para facilitar un cambio de la cultura institucional”.
En definitiva, el texto supone un reconocimiento formal de las aportaciones y de la eficacia de las intervenciones psicológicas, así como del paradigma biopsicosocial y del enfoque basado en la rehabilitación, que defiende esta rama de la ciencia. Lo insólito del documento, es que es un hito que esta afirmación esté siendo avalada por un grupo de psiquiatras, comprometidos con su profesión y preocupados por mejorar la atención que se presta en salud mental.

http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4586

Los psiquiatras se suman a la abolición del DSM y el CIE y apoyan el modelo de rehabilitación en salud mental


Un amplio grupo de psiquiatras, liderados por el doctor S. Timimi, han enviado una petición formal al Colegio de Psiquiatras de Reino Unido en la que solicitan la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica, CIE y DSM. La petición se ha acompañado de una campaña de recogida de firmas en la plataforma Change.org, que, en el momento de redactar este artículo, contaba con el apoyo de más de 1.000 firmantes en tan sólo dos días tras su lanzamiento. En declaraciones a los medios, S. Timimi ha afirmado que: “El proyecto del DSM no se puede justificar, ni en sus principios teóricos ni en la práctica. Tiene que ser abandonado para que podamos encontrar formas más humanas y eficacesde responder a la angustia mental”.
En el comunicado, titulado “No más etiquetas diagnósticas” (No more psychiatric labels), realizan una revisión exhaustiva de los motivos y de la evidencia científica en la que sustentan esta posición, estableciendo las siguientes conclusiones:
  • Los diagnósticos psiquiátricos no son válidos.
  • El uso de los diagnósticos psiquiátricos aumenta la estigmatización.
  • La utilización de diagnósticos psiquiátricos no ayuda a la decisión sobre el tratamiento a elegir.
  • El pronóstico a largo plazo de los problemas de salud mental ha empeorado.
  • Estos sistemas imponen las creencias occidentales sobre los trastornos mentales en otras culturas.
  • Existen modelos alternativos, basados en la evidencia, para proporcionar una atención eficaz en salud mental.
El escrito, supone una declaración sin tapujos, de lo que estos psiquiatras consideran acerca del quehacer de su trabajo y del futuro de la salud mental. “La psiquiatría se encuentra atrapada en un callejón sin salida”, aseguran en la introducción al texto. La recopilación de estudios científicos sobre epidemiología, las investigaciones transculturales y los ensayos clínicos de eficacia del tratamiento “ponen de relieve hasta qué punto los datos son inconsistentes con el modelo médico dominante, basado en diagnósticos, y considerado como el paradigma organizativo de la práctica clínica”. “El uso continuado de los sistemas de clasificación diagnóstica para la realización de la investigación, la formación, la evaluación y el tratamiento de las personas con problemas de salud mental es incompatible con un enfoque basado en la evidencia, capaz de mejorar los resultados”. Por tanto,“ha llegado el momento de facilitar que la teoría y la práctica en salud mental superen este estancamiento, eliminando los sistemas de clasificación diagnóstica CIE y DSM”.
En relación con la etiología de los trastornos mentales, el comunicado señala que “el fracaso de la investigación científica básica para revelar cualquier disfunción biológica específica o cualquier marcador fisiológico  o psicológico que sirva para identificar un determinado diagnóstico psiquiátrico es sobradamente reconocido”. “La única excepción importante a la falta de apoyo sobre la etiología de un diagnóstico es el trastorno por estrés postraumático, que atribuye los síntomas al resultado directo de un trauma”. Además, existe un amplio cuerpo de evidencia que vincula los episodios psiquiátricos, considerados como más graves, como las alucinaciones auditivas y la psicosis, a situaciones de trauma y abuso, incluyendo el abuso sexual, el físico y el racial, la pobreza, el abandono y el estigma”. Por este motivo, “es importante tratar de comprender las experiencias psicóticas dentro del contexto de la historia de vida de la persona. No hacerlo puede resultar perjudicial porque empaña y añade confusión acerca de los orígenes de las experiencias y conductas problemáticas, teniendo la posibilidad de ser entendidas”.
Los autores del texto se muestran preocupados ante la falta de validez de los sistemas de clasificación diagnóstica y manifiestan que  “el hecho de que la investigación científica básica no haya podido establecer ningún marcador biológico específico para ningún diagnóstico psiquiátrico, pone de manifiesto que los sistemas de clasificación actuales no comparten el mismo valor científico para pertenecer a las ciencias biológicas que el resto de la medicina”. Sin embargo, afirma el comunicado, “nuestra incapacidad para encontrar correlatos biológicos no debe ser vista como una debilidad. En lugar de empeñarnos en mantener un línea de investigación científica y clínicamente inútil, debemos entender este fracaso como una oportunidad para revisar el paradigma dominante en salud mental y desarrollar otro que se adapte mejor a la evidencia.
A este respecto, el documento recoge los estudios y meta-análisis que avalan la eficacia de determinadas intervenciones psicológicas, así como las investigaciones sobre el efecto placebo asociado a los psicofármacos, afirmando que el modelo biologicista en enfermedad mental está obsoleto. El desequilibrio bioquímico en el que se basa el tratamiento farmacológico en salud mental, “no se ha podido demostrar”, según señala.
Asimismo, detallan los graves perjuicios que puede suponer para las personas ser tratadas bajo la perspectiva biológica (la estigmatización, la falta de búsqueda de las verdaderas causas del problema, la confianza ciega en la medicación…), así como los riesgos y la falta de eficacia del tratamiento farmacológico, citando las investigaciones, incluso realizadas por la Organización Mundial de la Salud, que evidencian, al comparar transculturalmente poblaciones de personas con trastorno mental que no habían recibido ningún tratamiento farmacológico con personas con trastorno mental que sí lo habían recibido, que  “los pacientes con trastorno mental, fuera de EE.UU. y Europa, presentan unas tasas de recaída significativamente más bajas y son significativamente más propensos a alcanzar una plena recuperación y menor grado de deterioro a largo plazo, aunque la mayoría haya tenido un acceso limitado o nulo a medicación antipsicótica”.
“En resumen, parece que actualmente contamos con una evidencia sustancial que muestra que el diagnóstico en salud mental, como cualquier otro enfoque basado en la enfermedad, puede estar contribuyendo a empeorar el pronósticode las personas diagnosticadas, más que a mejorarlo”, señala el documento. “Por lo tanto, la única conclusión basada en la evidencia que se puede extraer es que los sistemas psiquiátricos diagnósticos formales, como el DSM y el CIE, deberían abolirse.
Como alternativa, el grupo de psiquiatras que ha elaborado el documento, propone la implantación de nuevos paradigmas, basados en la evidencia“que pueden ser desarrollados e implementados fácilmente”, e instan a la colaboración y el debate conjunto con otros profesionales de la psicología, sociología, filosofía, medicina, etc. Concluyen su comunicado, enumerando los siguientes “buenos puntos de partida”, tanto en la búsqueda de factores causales como en la realización de la práctica clínica:
  • Etiología: las investigaciones sobre la estrecha asociación entre situaciones traumáticas, sobre todo, en la infancia y adolescencia, y trastornos mentales como la psicosis, dan cuenta de que los factores contextuales deben integrarse en la investigación.
  • Práctica Clínica: Si bien los resultados sobre la eficacia del tratamiento farmacológico no ha mejorado en 40 años de investigación, existen otras alternativas, “en áreas tan diversas como los servicios de psicoterapia, los servicios comunitarios en salud mental, abuso de sustancias e intervención con parejas”, que han incorporado el peso que juega la alianza terapéutica o el apoyo social en la eficacia de la intervención, mejorando la eficacia de las resultados. Determinados movimientos basados en un enfoque de “recuperación” o “rehabilitación”, en vez de en un modelo de enfermedad y de clasificación diagnóstica, así como los programas que defienden un modelo integrado de atención a la salud mental y física, “son buenos ejemplos de cómo la evidencia puede incorporarse para facilitar un cambio de la cultura institucional”.
En definitiva, el texto supone un reconocimiento formal de las aportaciones y de la eficacia de las intervenciones psicológicas, así como del paradigma biopsicosocial y del enfoque basado en la rehabilitación, que defiende esta rama de la ciencia. Lo insólito del documento, es que es un hito que esta afirmación esté siendo avalada por un grupo de psiquiatras, comprometidos con su profesión y preocupados por mejorar la atención que se presta en salud mental.

http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4586

Los psiquiatras se suman a la abolición del DSM y el CIE y apoyan el modelo de rehabilitación en salud mental


Un amplio grupo de psiquiatras, liderados por el doctor S. Timimi, han enviado una petición formal al Colegio de Psiquiatras de Reino Unido en la que solicitan la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica, CIE y DSM. La petición se ha acompañado de una campaña de recogida de firmas en la plataforma Change.org, que, en el momento de redactar este artículo, contaba con el apoyo de más de 1.000 firmantes en tan sólo dos días tras su lanzamiento. En declaraciones a los medios, S. Timimi ha afirmado que: “El proyecto del DSM no se puede justificar, ni en sus principios teóricos ni en la práctica. Tiene que ser abandonado para que podamos encontrar formas más humanas y eficacesde responder a la angustia mental”.
En el comunicado, titulado “No más etiquetas diagnósticas” (No more psychiatric labels), realizan una revisión exhaustiva de los motivos y de la evidencia científica en la que sustentan esta posición, estableciendo las siguientes conclusiones:
  • Los diagnósticos psiquiátricos no son válidos.
  • El uso de los diagnósticos psiquiátricos aumenta la estigmatización.
  • La utilización de diagnósticos psiquiátricos no ayuda a la decisión sobre el tratamiento a elegir.
  • El pronóstico a largo plazo de los problemas de salud mental ha empeorado.
  • Estos sistemas imponen las creencias occidentales sobre los trastornos mentales en otras culturas.
  • Existen modelos alternativos, basados en la evidencia, para proporcionar una atención eficaz en salud mental.
El escrito, supone una declaración sin tapujos, de lo que estos psiquiatras consideran acerca del quehacer de su trabajo y del futuro de la salud mental. “La psiquiatría se encuentra atrapada en un callejón sin salida”, aseguran en la introducción al texto. La recopilación de estudios científicos sobre epidemiología, las investigaciones transculturales y los ensayos clínicos de eficacia del tratamiento “ponen de relieve hasta qué punto los datos son inconsistentes con el modelo médico dominante, basado en diagnósticos, y considerado como el paradigma organizativo de la práctica clínica”. “El uso continuado de los sistemas de clasificación diagnóstica para la realización de la investigación, la formación, la evaluación y el tratamiento de las personas con problemas de salud mental es incompatible con un enfoque basado en la evidencia, capaz de mejorar los resultados”. Por tanto,“ha llegado el momento de facilitar que la teoría y la práctica en salud mental superen este estancamiento, eliminando los sistemas de clasificación diagnóstica CIE y DSM”.
En relación con la etiología de los trastornos mentales, el comunicado señala que “el fracaso de la investigación científica básica para revelar cualquier disfunción biológica específica o cualquier marcador fisiológico  o psicológico que sirva para identificar un determinado diagnóstico psiquiátrico es sobradamente reconocido”. “La única excepción importante a la falta de apoyo sobre la etiología de un diagnóstico es el trastorno por estrés postraumático, que atribuye los síntomas al resultado directo de un trauma”. Además, existe un amplio cuerpo de evidencia que vincula los episodios psiquiátricos, considerados como más graves, como las alucinaciones auditivas y la psicosis, a situaciones de trauma y abuso, incluyendo el abuso sexual, el físico y el racial, la pobreza, el abandono y el estigma”. Por este motivo, “es importante tratar de comprender las experiencias psicóticas dentro del contexto de la historia de vida de la persona. No hacerlo puede resultar perjudicial porque empaña y añade confusión acerca de los orígenes de las experiencias y conductas problemáticas, teniendo la posibilidad de ser entendidas”.
Los autores del texto se muestran preocupados ante la falta de validez de los sistemas de clasificación diagnóstica y manifiestan que  “el hecho de que la investigación científica básica no haya podido establecer ningún marcador biológico específico para ningún diagnóstico psiquiátrico, pone de manifiesto que los sistemas de clasificación actuales no comparten el mismo valor científico para pertenecer a las ciencias biológicas que el resto de la medicina”. Sin embargo, afirma el comunicado, “nuestra incapacidad para encontrar correlatos biológicos no debe ser vista como una debilidad. En lugar de empeñarnos en mantener un línea de investigación científica y clínicamente inútil, debemos entender este fracaso como una oportunidad para revisar el paradigma dominante en salud mental y desarrollar otro que se adapte mejor a la evidencia.
A este respecto, el documento recoge los estudios y meta-análisis que avalan la eficacia de determinadas intervenciones psicológicas, así como las investigaciones sobre el efecto placebo asociado a los psicofármacos, afirmando que el modelo biologicista en enfermedad mental está obsoleto. El desequilibrio bioquímico en el que se basa el tratamiento farmacológico en salud mental, “no se ha podido demostrar”, según señala.
Asimismo, detallan los graves perjuicios que puede suponer para las personas ser tratadas bajo la perspectiva biológica (la estigmatización, la falta de búsqueda de las verdaderas causas del problema, la confianza ciega en la medicación…), así como los riesgos y la falta de eficacia del tratamiento farmacológico, citando las investigaciones, incluso realizadas por la Organización Mundial de la Salud, que evidencian, al comparar transculturalmente poblaciones de personas con trastorno mental que no habían recibido ningún tratamiento farmacológico con personas con trastorno mental que sí lo habían recibido, que  “los pacientes con trastorno mental, fuera de EE.UU. y Europa, presentan unas tasas de recaída significativamente más bajas y son significativamente más propensos a alcanzar una plena recuperación y menor grado de deterioro a largo plazo, aunque la mayoría haya tenido un acceso limitado o nulo a medicación antipsicótica”.
“En resumen, parece que actualmente contamos con una evidencia sustancial que muestra que el diagnóstico en salud mental, como cualquier otro enfoque basado en la enfermedad, puede estar contribuyendo a empeorar el pronósticode las personas diagnosticadas, más que a mejorarlo”, señala el documento. “Por lo tanto, la única conclusión basada en la evidencia que se puede extraer es que los sistemas psiquiátricos diagnósticos formales, como el DSM y el CIE, deberían abolirse.
Como alternativa, el grupo de psiquiatras que ha elaborado el documento, propone la implantación de nuevos paradigmas, basados en la evidencia“que pueden ser desarrollados e implementados fácilmente”, e instan a la colaboración y el debate conjunto con otros profesionales de la psicología, sociología, filosofía, medicina, etc. Concluyen su comunicado, enumerando los siguientes “buenos puntos de partida”, tanto en la búsqueda de factores causales como en la realización de la práctica clínica:
  • Etiología: las investigaciones sobre la estrecha asociación entre situaciones traumáticas, sobre todo, en la infancia y adolescencia, y trastornos mentales como la psicosis, dan cuenta de que los factores contextuales deben integrarse en la investigación.
  • Práctica Clínica: Si bien los resultados sobre la eficacia del tratamiento farmacológico no ha mejorado en 40 años de investigación, existen otras alternativas, “en áreas tan diversas como los servicios de psicoterapia, los servicios comunitarios en salud mental, abuso de sustancias e intervención con parejas”, que han incorporado el peso que juega la alianza terapéutica o el apoyo social en la eficacia de la intervención, mejorando la eficacia de las resultados. Determinados movimientos basados en un enfoque de “recuperación” o “rehabilitación”, en vez de en un modelo de enfermedad y de clasificación diagnóstica, así como los programas que defienden un modelo integrado de atención a la salud mental y física, “son buenos ejemplos de cómo la evidencia puede incorporarse para facilitar un cambio de la cultura institucional”.
En definitiva, el texto supone un reconocimiento formal de las aportaciones y de la eficacia de las intervenciones psicológicas, así como del paradigma biopsicosocial y del enfoque basado en la rehabilitación, que defiende esta rama de la ciencia. Lo insólito del documento, es que es un hito que esta afirmación esté siendo avalada por un grupo de psiquiatras, comprometidos con su profesión y preocupados por mejorar la atención que se presta en salud mental.

http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4586

miércoles, 15 de abril de 2015

ALGUNAS LECCIONES ELEMENTALES DE PSICOANÁLISIS Sigmund Freud

1938 [1940]

Un autor que se propone introducir alguna rama de conocimientos -o para decirlo más modestamente, alguna rama de la investigación- a un público no instruido debe hacer claramente su elección entre dos métodos o técnicas.

Es posible partir de lo que cualquier lector sabe (o piensa que sabe) y considera como evidente en sí mismo sin contradecirlo ya desde el comienzo. Pronto se presentará una oportunidad para Ilamar su atención sobre algunos hechos en el mismo campo, que aunque le son conocidos, ha descuidado o ha apreciado imperfectamente. Empezando con ellos, uno puede introducir más hechos ante él de los que no tiene conocimiento y prepararlo así para ir más allá de sus primeros juicios, para buscar nuevos puntos de vista y tomar en consideración nuevas hipótesis. Por este camino se le puede llevar a tomar parte en la edificación de una nueva teoría acerca del sujeto y se pueden conocer sus objeciones a ella durante el curso del trabajo en común. Un método de esta clase podría llamarse genético. Sigue el camino que el propio investigador ha seguido antes.  A despecho de todas sus ventajas, tiene el defecto de no hacer una impresión demasiado contundente sobre el que aprende. No quedará tan impresionado por algo que ha visto surgir a la existencia y pasar por un difícil período de crecimiento como lo sería por algo que se le presentara ya hecho como un total aparentemente cerrado.

Es precisamente este efecto último el que produce el método alternativo de presentación. Este otro método, el dogmático, empieza por plantear sus conclusiones. Sus premisas exigen la atención y la fe de la audiencia y en apoyo de ellos se aduce muy poco.

Y entonces existe el peligro de que un oyente crítico sacuda su cabeza y diga: «Todo esto suena de un modo muy peculiar; ¿de dónde lo ha sacado este tipo?»
En lo que sigue no me limitaré a ninguno de los dos métodos de presentación. Usaré unas veces uno, otras otro. No me hago ilusiones acerca de la dificultad de mi tarea. EI psicoanálisis tiene pocas probabilidades de hacerse querido o popular. No es sólo que mucho de lo que tiene que decir ofenda los sentimientos de la gente. Casi una similar dificultad es creada por el hecho de que nuestra ciencia abarca un  cierto número de hipótesis -es difícil decir si deberían ser consideradas como postulados o como producto de nuestras investigaciones- que están expuestas a parecer muy extrañas a los modos ordinarios de pensamiento y que fundamentalmente contradicen los puntos de vista corrientes. Pero no se puede evitar esto. Hemos de empezar nuestro breve estudio con dos de esas arriesgadas hipótesis.

La naturaleza de lo psíquico EI psicoanálisis es una parte de la psicología. También es descrito como «psicología profunda» -más tarde descubriremos por qué-. Si alguien pregunta lo que realmente significa «lo psíquico», es fácil replicar enumerando sus constituyentes: nuestras percepciones, ideas, recuerdos, sentimientos y actos volitivos, todos ellos forman parte de lo psíquico. Pero si el interrogador sigue más adelante y pregunta si no hay alguna cualidad común poseída por todos esos procesos que haga posible llegar más cerca de la naturaleza o, como la gente dice a veces, de la esencia de lo psíquico, entonces eso es más difícil de contestar.

Si una pregunta análoga se le plantea a un físico (en cuanto a la naturaleza de la electricidad, por ejemplo), su respuesta hasta hace muy poco tiempo hubiera sido: «Con el fin de explicar ciertos fenómenos suponemos la existencia de fuerzas eléctricas que se hallan presentes en las cosas y emanan de ellas. Estudiamos esos fenómenos, descubrimos las leyes que los gobiernan y disponemos de ellos para usarlos. Esto nos satisface provisionalmente. No conocemos la naturaleza de la electricidad. Tal vez la descubramos un día conforme nuestro trabajo progrese. Hemos de admitir que lo que ignoramos es precisamente la parte más importante e interesante de toda la cuestión, pero por el momento esto no nos preocupa. Así ocurren sencillamente las cosas en las ciencias naturales.»

La psicología también es una ciencia natural. ¿Qué otra cosa puede ser? Pero su caso es diferente. Nadie es bastante atrevido para emitir juicios acerca de cuestiones físicas; pero todo el mundo -el filósofo y el hombre de la calle por igual- tiene su opinión sobre los problemas psicológicos y se comporta como si por lo menos fuera un psicólogo amateur. Y ahora viene lo notable. Todo el mundo -o casi todo el mundo- está de acuerdo en que lo psíquico tiene realmente una cualidad común en la cual se expresa su esencia: la cualidad - única, indescriptible, pero no necesitando descripción- de ser consciente. Todo lo que es consciente, dicen, es psíquico, y, al contrario, todo lo que es psíquico es consciente; esto es evidente, y contradecirlo es un disparate. No puede decirse que esta decisión arroje mucha luz sobre la naturaleza de lo psíquico, porque la  conscienciación es uno de los hechos fundamentales de nuestra vida y nuestras investigaciones tropiezan con ella y no pueden encontrar un camino detrás. Además, la equiparación de lo que es psíquico con lo que es consciente tuvo el indeseable resultado de divorciar los procesos psíquicos del contexto general de los acontecimientos en el universo y de colocarlos en completo contraste de todos los demás. Pero esto no sería así, puesto que no se podría pasar por alto el hecho de que los fenómenos psíquicos dependen en alto grado de influencias somáticas y por su parte tienen los más potentes efectos sobre los procesos corporales. Si alguna vez el pensamiento humano se ha encontrado en un callejón sin salida, es aquí. Para encontrar una salida los filósofos se vieron obligados a suponer que existían procesos orgánicos paralelos a los procesos psíquicos conscientes, relacionados con ellos de un modo difícil de explicar, que actuaban como intermediarios en las relaciones recíprocas entre «cuerpo y mente», lo cual sirvió para reinsertar lo psíquico en la textura de la vida. Pero esta solución resultaba insatisfactoria.

EI psicoanálisis escapó a dificultades de este tipo negando enérgicamente la equiparación de lo psíquico y lo consciente. No; el ser consciente no puede ser la esencia de lo que es psíquico. Es sólo una cualidad de lo que es psíquico, y desde luego una cualidad inconstante, que se halla muchas más veces ausente que presente. Lo psíquico, sea cualquiera su naturaleza, es por sí mismo inconsciente y probablemente de una clase similar a todos los demás procesos naturales de los que tenemos algún conocimiento.

El psicoanálisis basa sus afirmaciones en un cierto número de hechos de los que daré ahora una selección.

Sabemos a lo que nos referimos cuando decimos que a uno «se le ocurren» algunas ideas-pensamientos que aparecen súbitamente en la consciencia sin que percibamos los pasos que llevaron a ellos, aunque también han debido ser actos psíquicos. Puede incluso suceder que lleguemos por este camino a la solución de algún problema intelectual difícil que antes, durante algún tiempo, se había burlado de nuestros esfuerzos. Todo el complicado proceso de selección, rechazo y decisión que ha ocupado el intervalo se ha hallado fuera de la consciencia. No es ninguna nueva teoría el decir que eran inconscientes y tal vez también continuaron siéndolo.

En segundo lugar, tomaré un sencillo ejemplo para representar una clase inmensamente grande de fenómenos. El presidente de una corporación pública (la Asamblea de los Diputados del Parlamento de Austria) en una ocasión abrió una sesión con las siguientes palabras: «Me doy cuenta de que se halla presente un número suficiente de diputados, y por tanto, declaro la sesión terminada.» Fue un desliz verbal, porque no hay duda de que lo que el presidente quería decir era «abierta». ¿Por qué entonces dijo lo contrario? Esperamos que se nos dirá que fue un error accidental, un fracaso al realizar una intención, como puede suceder fácilmente por diversas razones: no tenía ningún significado, y en cualquier caso los contrarios se sustituyen uno por otro con facilidad. Pero si tenemos en cuenta la situación en que ocurrió el desliz verbal, nos inclinaremos a preferir otras explicaciones. Muchas de las anteriores sesiones de la Asamblea habían sido desagradablemente tormentosas y no habían realizado nada, de modo que resultaba natural que el presidente pensara en aquel momento al hacer su manifestación pública: «¡Si la sesión, que está en sus comienzos, se hubiera acabado!… ¡Me gustaría más levantarla que abrirla!» Cuando empezó a hablar, probablemente no se daba cuenta de este deseo -no era consciente para él-; pero se encontraba ciertamente presente y pudo manifestarse, contra la voluntad del que hablaba, en su aparente equivocación. Un solo ejemplo no puede permitirnos decidir entre dos explicaciones diferentes. Pero ¿qué diríamos si todas las equivocaciones verbales pudieran ser explicadas de la misma forma y del mismo modo, y también todas las equivocaciones escritas, todo error al leer o al oír y todas las acciones equivocadas? ¿Qué diríamos si en todos estos ejemplos (podríamos decir sin ninguna excepción) fuera posible demostrar la presencia de un acto psíquico -un pensamiento, un deseo o una intención- que explicaría la aparente equivocación y que era inconsciente en el momento en el que se realizó, aunque haya podido ser previamente consciente? Si esto fuera así, no sería ya realmente posible seguir negando el hecho de que existen actos psíquicos que son inconscientes y que incluso a veces son activos mientras son inconscientes, e incluso en este caso pueden a veces influir considerablemente en las intenciones conscientes. La persona que ha sufrido una equivocación de esta clase puede reaccionar a ella de varias maneras. Puede pasarla completamente por alto o puede percibirla y quedar confusa y avergonzada. Por lo regular no puede encontrar la explicación por sí misma y sin ayuda ajena, y con frecuencia rehúsa a aceptar la explicación cuando se Ie coloca ante ella por lo menos durante algún tiempo.

En tercer lugar, finalmente, es posible, en el caso de personas en estado hipnótico, probar experimentalmente que existen cosas como los actos psíquicos inconscientes y que la conscienciación no es una condición indispensable para la actividad (psíquica).

Cualquiera que haya presenciado uno de estos experimentos recibirá una impresión inolvidable y una convicción que nunca será quebrantada. Esto es, poco más o menos, lo que ocurre. EI médico entra en la sala del hospital, apoya su paraguas en el rincón, hipnotiza a uno de los pacientes y le dice: «Ahora me voy. Cuando vuelva, usted saldrá a mi encuentro con mi paraguas abierto y lo mantendrá sobre mi cabeza.» Entonces el médico y sus ayudantes abandonan la sala. En cuanto vuelven, el paciente, que ya no se halla hipnotizado, lleva a cabo exactamente las instrucciones que se le dieron mientras estaba bajo hipnosis. EI médico le pregunta: «¿Qué está usted haciendo? ¿Qué significa esto?» El paciente queda claramente confundido. Hace alguna observación inoportuna, como: «Sólo pensé, doctor, que, como llueve afuera, usted abriría su paraguas en la sala antes de salir.» La explicación es evidentemente inadecuada y hecha en el apuro del momento para ofrecer algún motivo de su conducta sin sentido. Es evidente, para nosotros los espectadores, que ignora su real motivo. Sin embargo, nosotros sabemos cuál es, porque estábamos presentes cuando se le hizo la sugestión que ahora realiza, mientras que él nada sabe del acto que está en acción.

La cuestión de la relación del consciente con lo psíquico puede ser considerada ahora como establecida: la consciencia es sólo una cualidad o atributo de lo que es psíquico, pero una cualidad inconstante. Pero existe otra objeción que hemos de aclarar. Se nos dice que, a pesar de los hechos que hemos mencionado, no es necesario abandonar la identidad entre lo que es consciente y lo que es psíquico; los llamados procesos psíquicos inconscientes son los procesos orgánicos que desde hace tiempo se ha reconocido que corren paralelos a los procesos mentales. Esto, naturalmente, reduciría nuestro problema a una cuestión, aparentemente baladí, de definición. Nuestra respuesta es que estaría injustificado y sería impropio establecer una brecha en la unidad de la vida mental para lograr una definición, puesto que en cualquier caso está claro que la consciencia sólo puede ofrecernos una cadena incompleta y rota de fenómenos. Y sería una cuestión de suerte que hasta en el cambio hubiera sido hecho en la definición de lo psíquico, no resultara posible construir una teoría amplia y coherente de la vida mental.
Ni es necesario suponer que esta visión alternativa de lo psíquico sea una innovación debida al psicoanálisis. Un filósofo alemán, Theodor Lipps, afirmó con la mayor claridad que lo psíquico es en sí mismo inconsciente y que lo inconsciente es lo verdaderamente psíquico. El concepto del inconsciente ha estado desde hace tiempo llamando a las puertas de la psicología para que se le permitiera la entrada. La filosofía y la literatura han jugado con frecuencia con él, pero la ciencia no encontró cómo usarlo. El psicoanálisis ha aceptado el concepto, lo ha tomado en serio y le ha dado un contenido nuevo. Con sus investigaciones ha llegado a un conocimiento de las características de lo psíquico inconsciente que hasta ahora eran insospechadas y ha descubierto algunas de las leyes que lo gobiernan. Pero nada de esto implica que la calidad de ser consciente haya perdido su importancia para nosotros. Continúa siendo la luz que ilumina nuestro camino y nos lleva a través de la oscuridad de la vida mental. Como consecuencia del carácter especial de nuestros descubrimientos, nuestro trabajo científico en la psicología consistirá en traducir los procesos inconscientes en procesos conscientes, llenando así las lagunas de la percepción consciente…

«Sigmund Freud: Obras Completas», en «Freud total» 1.0 (versión electrónica)

domingo, 29 de marzo de 2015

EL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER Y EL PSICOANÁLISIS

Presentación por: Miquel Bassols, Presidente de la AMP
Estimados colegas:
La 59ª. sesión de la Comisión de la condición de las mujeres (CSW) se celebra entre el 9 y el 20 de marzo de 2015, organizado por la ONU en New York, sobre el tema “Gender equality and the empowerment of women”. La CSW es una comisión funcional de la ONU-Mujeres en el Consejo económico y social de las Naciones Unidas (ECOSOC) que ha admitido a la AMP como una ONG con el estatuto de consultante especial.
El concepto de empoderamiento de la mujer no nos suena muy conocido. Se trata del esfuerzo de la ONU por conseguir en todo el mundo el logro de condiciones igualitarias para las mujeres al trabajo, a los bienes, a la educación, etc. Esto incluye a los países subdesarrollados, a los países donde por sus variables culturales y sociales la diferencia en esas condiciones entre hombres y mujeres es muy notoria, e incluso a los países con una decidida segregación de las mujeres.
No se trata sólo de un concepto teórico o de buenas intenciones: forma parte de uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) sancionados por la ONU en el año 2000, que ponen en juego importantes ayudas económicas, investigaciones, aportes de recursos intelectuales, científicos y sociales: pueden consultarse en http://www.un.org/es/millenniumgoals/bkgd.shtml.
El empoderamiento de la mujer es el tercero de los ODM, y fue promovido en la Declaración de Beijing de 1995, en la Cuarta conferencia mundial sobre la Mujer.
Pero quince años más tarde, se observó que este Objetivo es uno de los más difíciles de alcanzar, debido a razones económicas y principalmente culturales. El secretario general de la ONU, Ban-Ki-Moon, expresó con sorpresa que no logra vencerse la tendencia a segregar a la mujer en los distintos países -Lacan decía que a la mujer se la mal-dice, y eso insiste-. Por ello, en el año 2010, la ONU creó la ONU Mujeres, cuya página pueden visitar en http://www.unwomen.org/es/about-us/about-un-women, con acciones concretas dirigidas a ese empoderamiento.
En el marco de la 59 sesión de la Comisión de la condición de las mujeres (CSW), la AMP fue invitada a colaborar con la investigación para promover este tercer Objetivo del Milenio. En diciembre la AMP presentó el texto que adjuntamos de Patricio Alvarez, que forma parte del Observatorio de Género y biopolítica del Comité de Acción de la Escuela Una. Este texto pone el acento en un punto: lograr la igualdad de las mujeres a condición de reconocer la diferencia en su modo de goce, y las consecuencias que esto tiene. El secretariado de la ONU-Mujeres dio recepción al texto. Veremos cómo es recibida por la ONU esa diferencia que el psicoanálisis remarca.
En este caso además, la AMP ha logrado un paso suplementario, la organización de un “Parallel event” organizado por la propia AMP durante la sesión del CSW. Se trata de una mesa redonda de una duración de una hora y media, que tendrá lugar el 19 de marzo en New York, y que está ubicado en el Forum de las ONG. Aquí, el programa de este evento:
Título: “Gender Equality and Sexual Diversity in relation to the Empowerment of Women: A Psychoanalytic Point of View”.
-. Maria-Cristina Aguirre (New-York): “Effects of Globalization on the 21st Century Woman. A Psychoanalytic Perspective”.
-. Marie-Hélène Brousse (París): “What psychoanalysis knows about women”.
-. Gil Caroz (Bruxelles): “Some psychoanalytic remarks on the role of women in political negotiation”.
De este modo, la AMP intervendrá de un modo más directo en un ámbito en el que siempre es necesario hacerse escuchar en la lengua del Otro.
Agradezco muy especialmente a Patricio Álvarez su excelente colaboración con el texto que adjuntamos, así como a María- Cristina Aguirre, Marie-Hélène Brousse y Gil Caroz por su participación en este primer “Paralel Event” de la AMP en la ONU.
Cordialmente,
Miquel Bassols
Presidente de la AMP


EL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER Y EL PSICOANÁLISIS
Por: Patricio Álvarez Bayon
(Con: Debora Nitzcaner, Esteban Klainer, Paula Husni. Alejandra Antuña, Viviana Mozzi, por el Observatorio de Género y biopolítica – Escuela Una)
Es llamativo que este ODM es uno de los más difíciles de alcanzar, tomando el Informe 2012, donde su Secretario General Ban Ki-Moon plantea: “El objetivo de alcanzar la igualdad entre los géneros sigue sin cumplirse (…) alcanzar los ODM depende del empoderamiento de la mujer, de un acceso de las mujeres en condiciones de igualdad, a la educación, al trabajo, a la salud y la toma de decisiones”.
Esto llevó a que en 2010 se creara ONU Mujeres, entidad que sancionó sus Siete principios para empoderar a las mujeres. ONU Mujeres y sus Principios son una respuesta para lograr el acceso a iguales condiciones que los hombres.
El psicoanálisis desde sus comienzos en la sociedad Victoriana, caracterizada por su rasgo patriarcal y represivo, abogó por los derechos de la mujer. Se inició con el estudio de los síntomas histéricos que “denunciaban” esa represión, y dio a la neurosis la posibilidad de decir lo que no podía ser dicho, abogando por poner en el discurso aquello que estaba reprimido en los síntomas: dio la palabra a las mujeres, los locos y los niños.
La histeria llevó a Freud a estudiar lo femenino a nivel del pasaje de la niña por las identificaciones y elecciones amorosas y sexuales infantiles –llamado complejo de Edipo– que luego marcan su vida y determinan un modo de satisfacción –llamada “pulsión”– muy diferente al hombre.
El psicoanalista Jacques Lacan continuó esta investigación, demostrando una diferencia fundamental en el modo de satisfacción pulsional -llamada “goce”- para aquellos que se inscriben del lado hombre o del lado mujer.
Además, estableció la diferencia, que algunos estudios de género utilizan, entre el género –o “identificación sexual”– y la “sexuación”:
Género: las definiciones de lo masculino o femenino cambian con las épocas, por ello las identificaciones sexuales infantiles son diferentes según cómo lo social las defina. Por esto, las modificaciones que la cultura, las familias, el lenguaje, produzcan sobre qué se define como hombre o mujer, tendrán consecuencias sobre los modos de subjetivación: una sociedad patriarcal producirá un rol determinado para las mujeres, una matriarcal otro y una sociedad democrática otro.
Sexuación: Lacan descubrió un modo de goce diferente para lo femenino y lo masculino. Al hombre lo situó con relación al modo de goce fálico, que implica la unión del goce con lo “simbólico” –el lenguaje trasmite de generación en generación toda una serie de determinaciones, deseos inconscientes, ideales, tradiciones, que tienen orientación patriarcal-. Este goce fálico está orientado por lo paterno y tiene ciertas características: es medible, cuantificable, localizado en una parte del cuerpo, y ordenado por una ley que indica lo posible y lo imposible.
A la mujer, la situó en relación con dos modos de goce. Por un lado también es fálico, pero además, tiene un modo diferente llamado Otro goce, con otras características: es opaco, no decible, ni cuantificable, ni localizable. Desde tiempos inmemoriales ese goce encarna lo que se llamó “el misterio de la femineidad”.
Lacan demostró que lo no entendible del goce de los otros es el principio de la segregación: una mayoría que cree su propio goce como universal, normal, adecuado, segrega a una minoría que tiene otro modo de goce. Es el origen de la segregación de la mujer: el misterio de la femineidad que encarna el Otro goce, fue rechazado en cada sociedad, desde Oriente hasta Occidente.
Es un misterio no sólo para el hombre, lo es también para la mujer por ser enigmático para sí misma, y es rechazado también por ella, lo cual explica la aceptación histórica de la mujer a esa segregación.
Como a ese goce no se lo puede decir, Lacan decía que sólo se lo puede mal-decir: porque siempre se erra al intentar ponerle palabras, pero también se lo maldice, se lo rechaza. Esa segregación está en el principio de la violencia de género, desde sus formas sociales disimuladas hasta las formas criminales.
¿Qué utilidad tiene esto para el empoderamiento de la mujer?
El psicoanálisis investiga las diferencias que hombres y mujeres tienen en su modo de hacer lazo con otros y funcionar en sociedad: de trabajar, ocupar puestos directivos, estudiar, relacionarse con colegas, superiores, subordinados, con la familia, la política, los lazos afectivos, etcétera.
Diferenciando el género –modificable según identificaciones sociales–, de la sexuación –modos de goce y sus consecuencias–, el psicoanálisis investiga cómo el acceso de las mujeres a los medios de producción modifica lo que antes tenía una característica patriarcal. Miller lo llamó “feminización del mundo”: implica que otro modo de goce modifica lo social.
Esto es determinado por la caída de la sociedad patriarcal –la lógica del todo y la excepción- fundada en el régimen de Uno distinto y todos los demás iguales: la figura del dios, el jefe, el padre, se modificaron a partir del surgimiento de la ciencia y las revoluciones democráticas. Lacan lo llamó “declinación de la figura paterna”, refiriéndose al ocaso, el atardecer de esa figura.
Pero esto trae un riesgo: la caída del padre no implica un avance de las mujeres, sino una mayor homogeneización, un borramiento de la diferencia de modos de goce. Esto no deja lugar a lo femenino, sino que la lleva, o bien a identificarse a lo masculino, o bien a rigidizar su posición en lo que Lacan llamó un “orden de hierro”.
Lo femenino, en la medida en que su Otro goce no está determinado por las tradiciones e ideales que implican el goce fálico, tiene consecuencias psicológicas propias que el psicoanálisis investiga. Estas no son fijas, varían de una mujer a otra, pero funcionan como una orientación:
·         más flexibilidad con relación a los semblantes de poder;
·         menor necesidad de equilibrio y homeostasis, menor tendencia a la rutina;
·         menor tendencia a la uniformidad y a la identificación grupal;
·         mayor observación del detalle;
·         prevalencia de los lazos afectivos, más respeto de las diferencias;
·         uso democrático de la autoridad;
·         menor dependencia de bienes y puestos,
·         más intrepidez: capacidad de asumir riesgos sin temor a la pérdida;
·         capacidad creativa, menor sujeción a las normas tradicionales o preestablecidas;
·         referencia a ideales singulares, menos masificados;
·         defensa tenaz de lo que les es propio: hijos, familia.
Ellas muestran que la investigación del psicoanálisis sobre las consecuencias del goce femenino puede ser de utilidad para el empoderamiento de la mujer. La igualdad de género puede beneficiarse mucho en la medida en que aloje estas diferencias. Si no las aloja, corre riesgo de llevar a la mujer a lo que ocurre en muchas sociedades: queriendo identificarse al hombre aplasta su modo de goce. El resultado es la “mujer fálica”, con las implicancias sintomáticas que esto tiene: rigidización de sus caracteres masculinos, dificultades para las relaciones amorosas, pérdida de la creatividad, síntomas corporales, competitividad exagerada, etcétera.
Lograr la igualdad respetando esas diferencias, sería un modo de plantear lo que en los Siete principios la ONU Mujer sitúa como “La igualdad es buen negocio”, porque diferenciando igualdad y diversidad de género, demuestra cómo el acceso de las mujeres a los medios de producción modifica su funcionamiento: “La diversidad de género puede ayudar a las empresas a demostrar que la conciliación entre los intereses individuales y colectivos es posible”. Adhiriendo a la búsqueda de igualdad, el psicoanálisis pone el acento en la diversidad de género produciendo modificaciones en lo social.
En conclusión, los estudios psicoanalíticos pueden colaborar en el empoderamiento de la mujer situando los rasgos que diferencian lo femenino y cómo esto modifica los modos de producción y los enriquece.
Entonces, nuestra propuesta para ONU Mujer: investigar conjuntamente las consecuencias del modo de goce femenino sobre sus modos de hacer lazo, de posicionarse en la empresa, a fines de lograr un empoderamiento de la mujer respetando sus diferencias.
Tomado de: http://ampblog2006.blogspot.com/


CONVERSACIONES AFECTIVAS Y EFECTIVAS.

ALGUNOS DE LOS TALLERES PRACTICOS REFLEXIVOS DE FORMACION: ü   LA RESILIENCIA EN LA ESCUELA: APRENDIENDO A VIVIR ü   ...