Presentación
por: Miquel Bassols, Presidente de la AMP
Estimados colegas:
La 59ª. sesión de la Comisión de la condición de las mujeres
(CSW) se
celebra entre el 9 y el 20 de marzo de 2015, organizado por la ONU en New York,
sobre el tema “Gender equality and the empowerment of women”. La CSW es una
comisión funcional de la ONU-Mujeres en el Consejo económico y social de las
Naciones Unidas (ECOSOC) que ha admitido a la AMP como una ONG con el estatuto
de consultante especial.
El concepto de empoderamiento de la mujer no nos suena
muy conocido. Se trata del esfuerzo de la ONU por conseguir en todo el mundo el
logro de condiciones igualitarias para las mujeres al trabajo, a los bienes, a
la educación, etc. Esto incluye a los países subdesarrollados, a los países
donde por sus variables culturales y sociales la diferencia en esas condiciones
entre hombres y mujeres es muy notoria, e incluso a los países con una decidida
segregación de las mujeres.
No se trata sólo de un concepto teórico o de buenas
intenciones: forma parte de uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM) sancionados por la ONU en el año 2000, que ponen en juego importantes
ayudas económicas, investigaciones, aportes de recursos intelectuales,
científicos y sociales: pueden consultarse en
http://www.un.org/es/millenniumgoals/bkgd.shtml.
El empoderamiento de la mujer es el tercero de los
ODM, y fue promovido en la Declaración de Beijing de 1995, en la Cuarta
conferencia mundial sobre la Mujer.
Pero quince años más tarde, se observó que este
Objetivo es uno de los más difíciles de alcanzar, debido a razones económicas y
principalmente culturales. El secretario general de la ONU, Ban-Ki-Moon,
expresó con sorpresa que no logra vencerse la tendencia a segregar a la mujer
en los distintos países -Lacan decía que a la mujer se la mal-dice, y eso
insiste-. Por ello, en el año 2010, la ONU creó la ONU Mujeres, cuya página
pueden visitar en http://www.unwomen.org/es/about-us/about-un-women, con
acciones concretas dirigidas a ese empoderamiento.
En el marco de la 59 sesión de la Comisión de la condición de las mujeres
(CSW), la
AMP fue invitada a colaborar con la investigación para promover este tercer
Objetivo del Milenio. En diciembre la AMP presentó el texto que adjuntamos de
Patricio Alvarez, que forma parte del Observatorio de Género y biopolítica del
Comité de Acción de la Escuela Una. Este texto pone el acento en un punto:
lograr la igualdad de las mujeres a condición de reconocer la diferencia en su
modo de goce, y las consecuencias que esto tiene. El secretariado de la
ONU-Mujeres dio recepción al texto. Veremos cómo es recibida por la ONU esa
diferencia que el psicoanálisis remarca.
En este caso además, la AMP ha logrado un paso
suplementario, la organización de un “Parallel event” organizado por la propia
AMP durante la sesión del CSW. Se trata de una mesa redonda de una duración de
una hora y media, que tendrá lugar el 19 de marzo en New York, y que está
ubicado en el Forum de las ONG. Aquí, el programa de este evento:
Título: “Gender Equality and Sexual Diversity in
relation to the Empowerment of Women: A Psychoanalytic Point of View”.
-. Maria-Cristina Aguirre (New-York): “Effects of
Globalization on the 21st Century Woman. A Psychoanalytic Perspective”.
-. Marie-Hélène Brousse (París): “What psychoanalysis
knows about women”.
-. Gil Caroz (Bruxelles): “Some psychoanalytic remarks
on the role of women in political negotiation”.
De este modo, la AMP intervendrá de un modo más
directo en un ámbito en el que siempre es necesario hacerse escuchar en la
lengua del Otro.
Agradezco muy especialmente a Patricio Álvarez su
excelente colaboración con el texto que adjuntamos, así como a María- Cristina
Aguirre, Marie-Hélène Brousse y Gil Caroz por su participación en este primer
“Paralel Event” de la AMP en la ONU.
Cordialmente,
Miquel Bassols
Presidente de la AMP
EL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER Y EL PSICOANÁLISIS
Por:
Patricio Álvarez Bayon
(Con: Debora Nitzcaner, Esteban
Klainer, Paula Husni. Alejandra Antuña, Viviana Mozzi, por el Observatorio de
Género y biopolítica – Escuela Una)
Es llamativo
que este ODM es uno de los más difíciles de alcanzar, tomando el Informe 2012,
donde su Secretario General Ban Ki-Moon plantea: “El objetivo de alcanzar la
igualdad entre los géneros sigue sin cumplirse (…) alcanzar los ODM depende del
empoderamiento de la mujer, de un acceso de las mujeres en condiciones de
igualdad, a la educación, al trabajo, a la salud y la toma de decisiones”.
Esto llevó a
que en 2010 se creara ONU Mujeres, entidad que sancionó sus Siete principios
para empoderar a las mujeres. ONU Mujeres y sus Principios son una respuesta
para lograr el acceso a iguales condiciones que los hombres.
El
psicoanálisis desde sus comienzos en la sociedad Victoriana, caracterizada por
su rasgo patriarcal y represivo, abogó por los derechos de la mujer. Se inició
con el estudio de los síntomas histéricos que “denunciaban” esa represión, y
dio a la neurosis la posibilidad de decir lo que no podía ser dicho, abogando
por poner en el discurso aquello que estaba reprimido en los síntomas: dio la
palabra a las mujeres, los locos y los niños.
La histeria
llevó a Freud a estudiar lo femenino a nivel del pasaje de la niña por las
identificaciones y elecciones amorosas y sexuales infantiles –llamado complejo
de Edipo– que luego marcan su vida y determinan un modo de satisfacción
–llamada “pulsión”– muy diferente al hombre.
El
psicoanalista Jacques Lacan continuó esta investigación, demostrando una
diferencia fundamental en el modo de satisfacción pulsional -llamada “goce”-
para aquellos que se inscriben del lado hombre o del lado mujer.
Además,
estableció la diferencia, que algunos estudios de género utilizan, entre el
género –o “identificación sexual”– y la “sexuación”:
Género: las
definiciones de lo masculino o femenino cambian con las épocas, por ello las
identificaciones sexuales infantiles son diferentes según cómo lo social las
defina. Por esto, las modificaciones que la cultura, las familias, el lenguaje,
produzcan sobre qué se define como hombre o mujer, tendrán consecuencias sobre
los modos de subjetivación: una sociedad patriarcal producirá un rol
determinado para las mujeres, una matriarcal otro y una sociedad democrática
otro.
Sexuación:
Lacan descubrió un modo de goce diferente para lo femenino y lo masculino. Al
hombre lo situó con relación al modo de goce fálico, que implica la unión del
goce con lo “simbólico” –el lenguaje trasmite de generación en generación toda
una serie de determinaciones, deseos inconscientes, ideales, tradiciones, que
tienen orientación patriarcal-. Este goce fálico está orientado por lo paterno
y tiene ciertas características: es medible, cuantificable, localizado en una
parte del cuerpo, y ordenado por una ley que indica lo posible y lo imposible.
A la mujer,
la situó en relación con dos modos de goce. Por un lado también es fálico, pero
además, tiene un modo diferente llamado Otro goce, con otras características:
es opaco, no decible, ni cuantificable, ni localizable. Desde tiempos
inmemoriales ese goce encarna lo que se llamó “el misterio de la femineidad”.
Lacan
demostró que lo no entendible del goce de los otros es el principio de la
segregación: una mayoría que cree su propio goce como universal, normal,
adecuado, segrega a una minoría que tiene otro modo de goce. Es el origen de la
segregación de la mujer: el misterio de la femineidad que encarna el Otro goce,
fue rechazado en cada sociedad, desde Oriente hasta Occidente.
Es un
misterio no sólo para el hombre, lo es también para la mujer por ser enigmático
para sí misma, y es rechazado también por ella, lo cual explica la aceptación
histórica de la mujer a esa segregación.
Como a ese
goce no se lo puede decir, Lacan decía que sólo se lo puede mal-decir: porque
siempre se erra al intentar ponerle palabras, pero también se lo maldice, se lo
rechaza. Esa segregación está en el principio de la violencia de género, desde
sus formas sociales disimuladas hasta las formas criminales.
¿Qué
utilidad tiene esto para el empoderamiento de la mujer?
El
psicoanálisis investiga las diferencias que hombres y mujeres tienen en su modo
de hacer lazo con otros y funcionar en sociedad: de trabajar, ocupar puestos
directivos, estudiar, relacionarse con colegas, superiores, subordinados, con
la familia, la política, los lazos afectivos, etcétera.
Diferenciando
el género –modificable según identificaciones sociales–, de la sexuación –modos
de goce y sus consecuencias–, el psicoanálisis investiga cómo el acceso de las
mujeres a los medios de producción modifica lo que antes tenía una
característica patriarcal. Miller lo llamó “feminización del mundo”: implica
que otro modo de goce modifica lo social.
Esto es
determinado por la caída de la sociedad patriarcal –la lógica del todo y la
excepción- fundada en el régimen de Uno distinto y todos los demás iguales: la
figura del dios, el jefe, el padre, se modificaron a partir del surgimiento de
la ciencia y las revoluciones democráticas. Lacan lo llamó “declinación de la
figura paterna”, refiriéndose al ocaso, el atardecer de esa figura.
Pero esto
trae un riesgo: la caída del padre no implica un avance de las mujeres, sino
una mayor homogeneización, un borramiento de la diferencia de modos de goce.
Esto no deja lugar a lo femenino, sino que la lleva, o bien a identificarse a
lo masculino, o bien a rigidizar su posición en lo que Lacan llamó un “orden de
hierro”.
Lo femenino,
en la medida en que su Otro goce no está determinado por las tradiciones e
ideales que implican el goce fálico, tiene consecuencias psicológicas propias
que el psicoanálisis investiga. Estas no son fijas, varían de una mujer a otra,
pero funcionan como una orientación:
·
más
flexibilidad con relación a los semblantes de poder;
·
menor
necesidad de equilibrio y homeostasis, menor tendencia a la rutina;
·
menor
tendencia a la uniformidad y a la identificación grupal;
·
mayor
observación del detalle;
·
prevalencia
de los lazos afectivos, más respeto de las diferencias;
·
uso
democrático de la autoridad;
·
menor
dependencia de bienes y puestos,
·
más
intrepidez: capacidad de asumir riesgos sin temor a la pérdida;
·
capacidad
creativa, menor sujeción a las normas tradicionales o preestablecidas;
·
referencia a
ideales singulares, menos masificados;
·
defensa
tenaz de lo que les es propio: hijos, familia.
Ellas
muestran que la investigación del psicoanálisis sobre las consecuencias del
goce femenino puede ser de utilidad para el empoderamiento de la mujer. La
igualdad de género puede beneficiarse mucho en la medida en que aloje estas
diferencias. Si no las aloja, corre riesgo de llevar a la mujer a lo que ocurre
en muchas sociedades: queriendo identificarse al hombre aplasta su modo de
goce. El resultado es la “mujer fálica”, con las implicancias sintomáticas que
esto tiene: rigidización de sus caracteres masculinos, dificultades para las
relaciones amorosas, pérdida de la creatividad, síntomas corporales,
competitividad exagerada, etcétera.
Lograr la
igualdad respetando esas diferencias, sería un modo de plantear lo que en los
Siete principios la ONU Mujer sitúa como “La igualdad es buen negocio”, porque
diferenciando igualdad y diversidad de género, demuestra cómo el acceso de las
mujeres a los medios de producción modifica su funcionamiento: “La diversidad
de género puede ayudar a las empresas a demostrar que la conciliación entre los
intereses individuales y colectivos es posible”. Adhiriendo a la búsqueda de
igualdad, el psicoanálisis pone el acento en la diversidad de género produciendo
modificaciones en lo social.
En
conclusión, los estudios psicoanalíticos pueden colaborar en el empoderamiento
de la mujer situando los rasgos que diferencian lo femenino y cómo esto
modifica los modos de producción y los enriquece.
Entonces,
nuestra propuesta para ONU Mujer: investigar conjuntamente las consecuencias
del modo de goce femenino sobre sus modos de hacer lazo, de posicionarse en la
empresa, a fines de lograr un empoderamiento de la mujer respetando sus
diferencias.
Tomado de:
http://ampblog2006.blogspot.com/