Cuestionó
las terapias urgentes, un rasgo de época, y la tendencia a una
medicalización no siempre necesaria.
Foto: Emmanuel Fernández
Elisabeth
Roudinesco: Defendió el enfoque psicoanalítico, muchas veces cuestionado por no
ofrecer “una cura rápida”, pero aseguró que puede modernizarse.
En una
época de violencia creciente, en que la proliferación de las psicoterapias
alternativas ofrecen y promueven el alivio urgente del malestar psíquico y se
llega incluso a la indicación de todo tipo de medicamentos, el psicoanálisis
debe ser capaz de reinventarse para no
desaparecer, en una era que ha relegado lo psíquico, y la palabra, para
ponderar lo químico. Eso piensa la francesa Elisabeth Roudinesco (París,
1944), considerada la mayor especialista en la historia del psicoanálisis, y
autora de una biografía de referencia de Sigmund Freud.
De paso
por Buenos Aires, donde llegó para concretar una serie de actividades, invitada
por la Biblioteca Nacional y el Institut Français d’Argentine, con el apoyo de
Penguin Random House, esta intelectual de renombre internacional planteó la
necesidad de que la comunidad psicoanalítica reformule sus enfoques históricos,
a través de un diálogo fecundo con la historia, la filosofía y las ciencias
sociales.
Fue en el
marco de la conferencia magistral que dictó el martes en la Biblioteca,
titulada El psicoanálisis como revolución de lo íntimo, y que tuvo relación con
su libro, aún inédito, Dictionnaire amoureux de la psychanalyse (Plon/Seuil),
un “diccionario amoroso del psicoanálisis” que se publicará en octubre en
Europa, y en el que analiza cómo esta disciplina se nutrió de la literatura, el
cine, el teatro y la mitología para transformarse en una suerte de “cultura
universal”.
En la
Argentina -donde acaba de publicarse, a su vez, El inconsciente explicado a mi
nieto (Libros del Zorzal), un libro de divulgación para chicos y adolescentes-,
Roudinesco alertó sobre el avance de “las psicoterapias múltiples,
características del siglo XXI” y cuyo éxito, entiende, es resultado de una
época “signada por la individualidad narcisista que se define por el
culto a la felicidad, el interés por el cuerpo, la búsqueda de la salud, la
superación de toda frustración sexual; toda una temática del desarrollo
personal en que el sujeto se piensa a sí mismo como el centro del
mundo, y es igual de neurótico que quienes lo precedieron, si no más. Todos
los historiadores han notado que se sustituyó a Edipo por Narciso. Las neurosis
actuales son neurosis narcisistas”, dijo.
En su
visión, las psicoterapias alternativas que se replican en Occidente “residen en
la idea de que la voluntad individual es más potente que el peso del pasado, y
determina el destino del sujeto. Y están directamente ligadas a los
medicamentos que se aplican, no ya al tratamiento de la locura, sino a todo
tipo de neurosis”.
“Pasamos,
así, de una situación histórica –donde el psicoanálisis ofrecía medios para
sanar su subjetividad deshecha o descentrada- a un estado, globalizado, en que el
sujeto, convertido en un depresivo, ya no quiere saber qué pasa en su
inconsciente. Este sujeto posmoderno reivindica prácticas sexuales,
experiencias individuales, desempeños, y no una subjetividad, como piensa el
psicoanálisis: los pacientes actuales pasan 30 años probando un poco de
todo, se atiborran de terapias, y vuelven al diván sin noción de
quienes son”, definió. También la psiquiatría está en crisis, dijo, por un
enfoque excesivamente biologicista.
En una
encendida defensa de la disciplina a la que dedicó su vida, y reconoce “en
crisis”, Roudinesco argumentó que “se le reprocha al psicoanálisis que no
siempre aporta a una cura rápida pero los tratamientos superficiales han legado
solo promesas de felicidad.” En cambio, piensa, “el psicoanálisis puede aportar
todavía respuestas originales, aunque con un rostro diferente al que hemos
visto hasta ahora”.
Durante
su estadía porteña detalló en este sentido que para evolucionar al ritmo del
mundo, “el psicoanálisis tendría que volver a leer a Freud y cambiar los modos
de formación de los terapeutas. Y pensar en terapias más cortas, en recibir al
paciente cara a cara y no tumbado en el diván, así como aceptar tratar a
cualquier persona, igual que lo haría un médico en el hospital. Hoy podemos
hablar de terapias de semanas, incluso, en la posibilidad de trabajar sobre un
problema concreto.” En la Biblioteca Nacional, la actual presidenta de la
Sociedad Internacional de Historia de la Psiquiatría y el Psicoanálisis y
directora de Investigación en la Universidad de París VII Denis Diderot
acompañó también a su director, Alberto Manguel, y a Ezequiel Martínez,
director de Cultura de esta institución, en la inauguración del Centro
Argentino de Historia del Psicoanálisis, la Psicología y la Psiquiatría -al que
ya llaman “Centro Psi”-, que funcionará, allí bajo la dirección de Alejandro
Dagfal y ya cuenta con archivos personales de Enrique Butelman, Jaime
Bernstein, Celes Cárcamo, José Bleger y Oscar Masotta, entre otros. Además, esta
semana la psicoanalista participó de una presentación en la Asociación
Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) -que contó con la presencia de Virginia
Ungar, flamante presidenta de la Asociación Psicoanalítica Internacional, IPA-
y de otra que se concretó en Facultad de Psicología de la Universidad Nacional
de La Plata (UNLP).
Elisabeth
Roudinesco (París, 1944) es la principal historiadora del psicoanálisis
mundial. Su obra capital es la historia en tres tomos de la disciplina creada
por Freud, titulada “La batalla de los cien años. Historia del psicoanálisis en
Francia”. Es profesora de Historia de la Universidad de París VII Denis
Diderot. Fue discípula de Tzvetan Todorov, Gilles Deleuze y Michel Foucault y
amiga de Jaques Derrida y Louis Althusser. Sus obras -más de veinte ensayos
sobre psicoanálisis, filosofía y judaísmo- se tradujeron a más de 30 idiomas.
En 1997 publicó el “Diccionario del psicoanálisis” junto a Michel Plon, y en
2011, la monumental biógrafía “Lacan: Esbozo de una vida, historia de un
sistema de pensamiento” (Fondo de Cultura Económica, 1994), a la que le siguió,
en 2014, otra sobre el padre del psicoanálisis, “Freud en su tiempo y en el
nuestro” (Debate, 2015), galardonada con el Premio Décembre 2014 y el Prix
Littéraires 2014.